jueves, 7 de julio de 2011

Lentejuelas

Todas las noches, cuando su madre se iba al trabajo, Javier entraba a su pieza introduciéndose en el espacio imaginado de sus sueños. Tacones, vestidos y lentejuelas disfrazaban al niño, quien se sentía más él que nunca. El espejo simulaba ser su príncipe azul, quien recibía los más fogosos besos, quedando empapado de lápiz labial. Ya de madrugada, Javier guardaba las lentejuelas para nuevamente, con camiseta y pantalón, recibir a su madre y recostarla en su cama.
(por Valentina Pendola)

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